Aún después de 80 años de iniciada la carrera espacial, el universo extraterrestre es todavía un
misterio para los seres humanos. Sin embargo, al igual que en todas sus peregrinaciones a través de
continentes y mares, otros miembros del reino animalia les han seguido el paso y, en ocasiones,
liderado sus avances. En la antigüedad, las aves guiaban a grandes civilizaciones en sus travesías por
mares anchos y desconocidos. En la era moderna, Laika, Ham y Félicette fueron algunos de los
animales que impulsaron los descubrimientos en el rompimiento de la última barrera para la
expansión de la humanidad: la atmósfera.
La competencia entre la Unión Soviética y Estados Unidos resultó en imaginativas historias y
fantasías sobre los alcances que tendrían estas expediciones. Pósters, cómics, series de televisión y
figuras de acción continúan despertando los sueños e imaginación de millones alrededor del mundo,
quienes se preguntan si las futuras generaciones llamarán “casa” a algún planeta desconocido para
nosotros.
I need space aparece en los relatos oníricos de Ariosto Rivera como un tributo a los héroes
silenciosos que impulsaron el rompimiento de la frontera espacial y resquebrajaron la concepción
antropocentrista del universo. Perros, monos, gatos, conejos y ratas revelaron al humano que el
cosmos es basto e inagotable. No estamos solos, ni aquí, ni “allá afuera”.
Desde la visión de los artistas, los animales son representados como grandes maestros de la
empatía y la supervivencia. Como exploradores natos y adaptables aún en las circunstancias más
adversas. Aquí, ni los humanos ni los escenarios siderales tienen el protagónico. Como en las fábulas
infantiles, el espectador debe imaginar supernovas, galaxias, agujeros negros y planetas a partir de las
representaciones de estas criaturas. En estos nuevos relatos, sus ojos y los reflejos de colores en sus
rostros cuentan las fantásticas odiseas de quienes, en la Tierra, fueron pioneros en la navegación
intergaláctica.
Ariosto Rivera comparten su visión del espacio como una utopía, en el sentido de un
replanteamiento de nuestra naturaleza y comportamiento. En las narraciones de ciencia ficción, los
nuevos planetas y formas de vida empujan a los personajes a renovarse como especie, pero también
incitan al espectador a preguntarse qué haría diferente si pudiera comenzar de cero. Quizás estos
héroes nos hagan reflexionar sobre la relevancia histórica de nuestros compañeros animales y la
relación que tenemos con ellos en esta “cuna” común.
Aún después de 80 años de iniciada la carrera espacial, el universo extraterrestre es todavía un misterio para los seres humanos. Sin embargo, al igual que en todas sus peregrinaciones a través de continentes y mares, otros miembros del reino animalia les han seguido el paso y, en ocasiones, liderado sus avances.
En la antigüedad, las aves guiaban a grandes civilizaciones en sus travesías por
mares anchos y desconocidos. En la era moderna, Laika, Ham y Félicette fueron algunos de los animales que impulsaron los descubrimientos en el rompimiento de la última barrera para la expansión de la humanidad: la atmósfera.
La competencia entre la Unión Soviética y Estados Unidos resultó en imaginativas historias y fantasías sobre los alcances que tendrían estas expediciones. Pósters, cómics, series de televisión y figuras de acción continúan despertando los sueños e imaginación de millones alrededor del mundo,
quienes se preguntan si las futuras generaciones llamarán “casa” a algún planeta desconocido para
nosotros.
I need space aparece en los relatos oníricos de Ariosto Rivera como un tributo a los héroes
silenciosos que impulsaron el rompimiento de la frontera espacial y resquebrajaron la concepción antropocentrista del universo. Perros, monos, gatos, conejos y ratas revelaron al humano que el cosmos es basto e inagotable. No estamos solos, ni aquí, ni “allá afuera”.
Desde la visión de los artistas, los animales son representados como grandes maestros de la empatía y la supervivencia. Como exploradores natos y adaptables aún en las circunstancias más adversas. Aquí, ni los humanos ni los escenarios siderales tienen el protagónico.
Como en las fábulas infantiles, el espectador debe imaginar supernovas, galaxias, agujeros negros y planetas a partir de las representaciones de estas criaturas. En estos nuevos relatos, sus ojos y los reflejos de colores en sus rostros cuentan las fantásticas odiseas de quienes, en la Tierra, fueron pioneros en la navegación intergaláctica.
Ariosto Rivera comparten su visión del espacio como una utopía, en el sentido de un replanteamiento de nuestra naturaleza y comportamiento. En las narraciones de ciencia ficción, los nuevos planetas y formas de vida empujan a los personajes a renovarse como especie, pero también
incitan al espectador a preguntarse qué haría diferente si pudiera comenzar de cero. Quizás estos héroes nos hagan reflexionar sobre la relevancia histórica de nuestros compañeros animales y la relación que tenemos con ellos en esta “cuna” común.